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La Civilización Empática


“¿Estamos a tiempo de alcanzar la empatía global necesaria para evitar el desmoronamiento de la civilización y salvar la Tierra?” Esta es la pregunta central que el economista estadounidense Jeremy Rifkin trató de responder en su libro de 2009 La Civilización Empática y que con toda seguridad será la pregunta más importante de contestar durante las próximas décadas. Debido a que nuestra generación presenciará el mundo que cruce la primera mitad del siglo, cabría preguntarse: ¿cuál será el estado de cosas en el año 2050? Estamos a escasos treinta y dos años (si adoptamos una perspectiva de largo alcance) y el mundo parece rodar a una velocidad cada vez mayor sin que seamos capaces de detenerlo.

 

Hace ya casi una década que Rifkin escribió una de sus mejores y más influyentes obras. Por ello, nos parece importante comenzar esta serie de artículos retomando la idea central a través de la cual nos invitó a mirar la historia de la humanidad a partir de la dialéctica entre empatía y entropía. Nuestra meta es despertar el interés por estas ideas e invitar a nuestros lectores a profundizar en esta magnífica obra.


De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española la empatía es el sentimiento de identificación con algo o alguien y/o la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.[1]

Por su parte, la entropía es una magnitud termodinámica que mide la parte de la energía no utilizable para realizar trabajo y que se expresa como el cociente entre el calor cedido por un cuerpo y su temperatura absoluta. También se puede entender como la medida del desorden de un sistema.[2]

Este binomio contradictorio significa que a medida que extraemos mayores recursos energéticos del planeta para nuestra sobrevivencia y reproducción como especie, aumenta nuestra población y nuestra esperanza de vida, pero, sobre todo, evoluciona nuestra conciencia y se desarrolla nuestra empatía hacia los demás seres y hacia el cosmos como un todo. Sin embargo, esta evolución ha tenido un precio muy alto, pues poco a poco vamos agotando los recursos energéticos disponibles y con ello profundizamos nuestra huella entrópica en el planeta que tarde o temprano termina pasando factura a las civilizaciones hasta que alcanza un punto crítico que se manifiesta en escasez de alimentos y con ello hambrunas o en muchos casos la desaparición completa de pueblos enteros.

La fabricación y utilidad del cristal y los espejos, son un ejemplo paradigmático de la relación que existe entre la entropía y la empatía: mostró por primera vez al ser humano su rostro con una nitidez nunca antes alcanzada, lo que contribuyó al desarrollo de la identidad del yo y a su identificación con otros “yos”. Al mismo tiempo, su uso en la astronomía y la óptica fue decisivo para catapultar a Europa hacia la era moderna e industrial y defender la visión racional y científica del mundo. Pero su fabricación en masa fue causa directa de la deforestación de toda Europa pues la industria del cristal, exigía para un crecimiento cada vez más acelerado, el derribo de bosques enteros. Rifkin afirma que “la crisis de la madera fue la factura entrópica de un período de ochocientos años de expansión europea, que había dado comienzo en el siglo XI con la tala de bosques para dotar a una población creciente de mayores cantidades de tierras agrícolas y pastos”.[3]

Este hecho que ahora nos puede parecer muy evidente, y del que cada vez más personas se encuentran conscientes, en realidad, sólo pudo ser visible para los seres humanos en esta época, en la que por primera vez en la historia hemos cubierto la totalidad del globo terráqueo y en el que los fenómenos naturales o sociales que acontecen del otro lado del mundo nos afectan indirecta pero decisivamente. Recordemos la teoría del mundo pequeño, la cual sostiene que sólo existen seis grados de separación entre dos desconocidos cualquiera del planeta. Es decir, que todas las personas vivas en la actualidad (7.5 mil millones) podríamos estar conectadas por tan sólo seis conocidos, aproximadamente.[4] Nunca antes esta teoría estuvo tan cerca de ser cierta como hoy.

En el cuadro que hemos adjuntado al final del texto resumimos de manera sencilla las principales características de cada etapa en la evolución de la conciencia humana en conexión con su respectivo modelo energético que lo engendró, así como con su punto culminante y su caída. Si miramos toda la historia humana en retrospectiva, desde que nos volvimos sedentarios y construimos las primeras civilizaciones hidráulicas hace diez mil años (Oriente Medio, la India, China y México), podemos ver que todas las sociedades han estado sujetas a esta compleja dialéctica entre entropía y empatía y que a cada fase de desarrollo le corresponde un tipo específico de conciencia.


Fuente: Elaboración propia con base en "La Civilización Empática" de Jeremy Rifkin

El paso de los años no ha hecho más que confirmar las ideas de Rifkin. Esta manera de mirar la historia nos podría dejar muchas lecciones de cara al enorme reto que significa transformar nuestra manera de estar en el mundo. No sólo para nosotros mismos, sino sobre todo para las generaciones venideras. Nos aproximamos a concluir el primer cuarto del presente siglo y no parece que vayamos ganándole tiempo al tiempo. Las naciones siguen entrampadas en solucionar sus crisis económicas y sociales, los efectos del calentamiento global se empiezan a sentir cada vez más “en tiempo real” (cuando se esperaba que sería en veinte o treinta años), las migraciones masivas por desempleo, por catástrofes ambientales o por conflictos armados no dejan de crecer y las soluciones consensuadas aún parecen lejos de alcanzarse. A la mitad del camino (2008), la quiebra del gigante financiero Lehman Brothers desencadenó la mayor crisis financiera y económica que haya experimentado la sociedad global actual, todo lo cual parece alejar cada vez más el establecimiento de acuerdos mundiales. Por ello, es necesario hacer un alto en el camino y evaluar con detenimiento qué nos dejarán estas dos primeras décadas del siglo.

Afortunadamente no todo es como un callejón sin salida. Rifkin plantea que la Tercera Revolución Industrial, que apenas comienza a desplegarse y que definirá la evolución económica y social por el resto del siglo XXI, tiene la ambiciosa meta de transformar nuestra estancia en el planeta y de, por primera vez en nuestra existencia como especie, romper definitivamente con la dialéctica de la historia mediante la cual sólo hemos podido evolucionar a costa de dejar una enorme huella entrópica en los ecosistemas. Esta Tercera Revolución Industrial tiene cuatro pilares a los que valdrá la pena seguirles la pista en los próximos años, a saber:

  1. Las energías distributivas y renovables: como el sol, el viento, los residuos sólidos y las mareas.

  2. El sector de la construcción: en la medida que comience a construir infraestructuras capaces de almacenar las nuevas energías. Edificios, casas, escuelas, fábricas, etc. serán capaces de captarlas y almacenarlas.

  3. El hidrógeno: como forma universal de energía, pues es relativamente fácil de obtener a partir de fuentes renovables, así como fácil de almacenar y transportar, en sustitución del petróleo y el carbón que ya han alcanzado su pico de reservas.

  4. La reconfiguración de la red eléctrica mundial: para distribuir el nuevo excedente de hidrógeno utilizando la red de internet para gestionarla.

Así pues, nos encontramos en una encrucijada decisiva en la historia de la humanidad porque de no alcanzar el nivel de conciencia planetaria requerida para detener la indiscriminada explotación del planeta, los mayores temores de una extinción de la raza humana podrían materializarse antes de que termine el presente siglo. Reiteramos nuestra invitación a conocer este texto de Jeremy Rifkin o a releerlo si ya tenían conocimiento de su existencia. Al acercarse a su primera década, bien vale retomarlo para seguir extrayendo ideas que nos puedan ser útiles en la titánica tarea como especie de ser más empáticos que entrópicos.

Hasta la próxima.

Referencias

[1] Diccionario de la Real Academia Española, consulta en línea, http://dle.rae.es/?id=EmzYXHW

[2] Diccionario de la Real Academia Española, consulta en línea, http://dle.rae.es/?id=FpmDaOB

[3] Rifkin Jeremy, La Civilización Empática, Paidós, México, 2010, p.317

[4] F. Karinthy, Chain Links, anotado por Adam Makkai y Eniko Janko, citado en “Six degrees of Separation”, Wikipedia


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